tomas al habla

Friday, June 19, 2009

Me gusta, No me gusta

Me gusta cantar en la ducha mi versión punk de “I got you Under my skin” de Frank Sinatra, la interpreto en pelotas, bajo el agua y haciendo como que toco la guitarra rasgando el aire. También me gusta la versión que, de este tema, hacen a dúo el propio Franky y Bono. Me gusta como el actor Antonio Dechent hace el personaje de andaluz cabreado y dice “¡cohone!” (no “cojones”, cohone). Me gusta el pan de molde recién tostado, calentito con tomate fregado y buen aceite, el porte de Humphrey Bogart en Casablanca, la voz y la vocalización de Santiago Auserón, el verso de Jaime Gil de Biedma: “Como todos los jóvenes yo vine a llevarme la vida por delante”, cómo huele tu cuello regado con Rive Gauche de Ives Saint Laurent cuando lo muerdo dulcemente, el olor de la canela y las chaquetillas de torero.


Siento un rato de felicidad cuando voy a una exposición que hace que se me ocurran cuadros, cuando leo un libro que me hace sentir ganas de escribir, cuando escucho la canción “Feo, fuerte y Formal” de Loquillo y el tango “Volver” o la voz de somnolienta de Andres Calamaro.


Me emocioné con la película “Alta Fidelidad” porque el personaje interpretado por John Cusack creo que se parece a mí.


Me gustan las chicas un poco gordas y no demasiado guapas como Isabel Coixet, ir sólo a ver un partido de baloncesto y creerme Woody Allen en el Madison Square Garden viendo a los Nicks, la Nouvelle Cuisine pija: Poca comida servida en platos enormes para comer despacio a pequeños tragos, vestir asociaciones extrañas de ropa como una camiseta y una bufanda o un pantalón a cuadros y una americana a rayas, creer que todo el mundo es feliz, ir en mi Wolkswagen Escarabajo una soleada mañana de otoño, despacio, escuchando el último disco de los Rolling Stones, el chocolate con el 90 % de cacao, la ducha después de la sesión de gimnasio, el habla de los argentinos, Samuel Eto’o rodeado de defensas contrarios y logrando salir del acoso por donde no se puede salir, aguantar mucho tiempo con la barriga encogida, cuando te pones en plan frívolo, olvidas las manías y coincidimos en los gustos sobre ropa, el Boulevard de Saint Germain de Paris en los años 60 retratado en blanco y negro y cómo lo describe Aute en la canción “L’amour avec toi”, decirle a alguien que de mayor quiero ser Mick Jagger y me tome en serio, la gente que hace favores sin preguntar, la arquitectura minimalista y la exhuberancia de los edificios de Frank O. Gerhy, los tipos que dicen que no se van a retirar nunca, las pipas de calabaza, Andreu Buenafuente, las fotos de Ouka Leele, las de Alberto García-Alix y las de David Lachapelle, contar cualquier cosa a alguien y que me escuche, pronunciar las palabras: estadio de Stanford Bridge, cuando sales contenta de la peluquería, un masaje en el cuero cabelludo, ver a alguien pescar con caña, Homer Simpson cuando dice “Me aburro”, los intelectuales a los que les gusta el fútbol y lo dicen, aprender (lo que sea) y enseñar (cualquier parte de mis asignaturas), el pianista George Winston, hablar con las dependientas de las tiendas de muebles de diseño, las crêpes, la playa Tanga de Formentera, que me contesten los mensajes de correo electrónico, los canales y los palazzos de Venecia, todos los libros de Charles Bukowski, las chicas no muy altas (como tú), los equipos femeninos de baloncesto, las bandas de pop y de rock con chicas, la gente que duda, pasearme por el centro de Palma entre músicos callejeros, hombres estatua, titiriteros y cantantes de ópera, las chicas que se peinan como Cleopatra con el pelo muy negro y las que llevan el pelo corto, una exalumna mía que se llama Silvia que toca el bajo en un grupo de Trash-Metal y baila Flamenco, el mar en un día soleado de Invierno, los personajes de Patricia Highsmith, los cuadros luminosos y los cuadros sombríos de Edward Hopper, el tipazo de la modelo Bimba Bosé, los telediarios tranquilos, los chimpancés de peluche que tocan los platillos si les das cuerda, el tacto del terciopelo, que mi perra se deje acariciar, que seas feliz sentada al sol en la terraza, Fangoria y toda la saga musical de Alaska, las papelerías con muchas revistas, hablar de fútbol, la fotos de Robert Mappelthorpe, beber Sprite mezclado con mosto, ser muy moderno y hablar con gente muy moderna pero sencilla que se deje entender, preguntar a una argentina si es de River o de Boca, el barrio de Santa Catalina, las canciones en francés de Carla Bruni, Silvie Vartan y France Gall, Autrey Hepburn vestida por Givenchy, ver a un niño chino, otro sudamericano y otro español jugando a las chapas y hablando castellano entre ellos, como corre Sara Jessica Parker sobre los tacones de aguja de sus Manolos en “Sexo en Nueva York”, el sándwich de pan de molde levemente tostado, con queso untado, unas hojas de lechuga y salmón ahumado que nos tomamos los domingos de verano a mediodía en la playa justo después de salir del agua, hacer sesiones de fotos a mi hija y decirle que es mi musa, Marilyn Marilyn Marilyn, las casas con todas las paredes blancas y los lofts, los Wolkswagen escarabajo vintage y los Ford Mustang, y nada como un chocolate a la taza humeante con una caliente y elástica ensaimada mallorquina, me gusta tomarlo hasta en verano.


Pero a cada paso me repelen cosas, quizá demasiadas. No me gusta cuando me pongo nervioso en una conversación, no me gustan los calcetines estirados metidos en unas sandalias de un tipo en pantalón corto, un Papa Noel que calce deportivas, los días bochornosos de cielo encapotado y negro a punto de llover pero que no llueve, la gente que cree que reír es una estupidez, las aceiteras pringosas de los restaurantes baratos, los llaveros de propaganda que sobresalen de los bolsillos.

No me gusta esperar a alguien o que me esperen, la gente que sólo es positiva hablando del pasado, ver a un policía echando a un músico callejero de su parada, la gente que, hable de lo que hable, concluye diciendo que todo es una mierda y que la culpa de ello la tienen los políticos que todos son iguales.

Me deprime David Bisbal dando vueltas alrededor de si mismo en el escenario, cualquiera que le guste la venganza, me aburren los tipos que cuentan chistes sin que nadie se lo pida y no me gusta que los alumnos no me escuchen porque prefieren mirar la pantalla del ordenador, las tómbolas benéficas con cantantes y toreros recibiendo limosnas por teléfono, los cuadros decorativos de cervatillos, los villancicos y el turrón duro. No me gusta Isabel Pantoja en traje de faralaes y con gafas de sol, el bacalao en salazón, el plato de boquerones en vinagre en las vitrinas grasientas de algunos bares. No puedo con los camareros que huelen a sudor. Me parecen primitivos los nombres de comercios compuestos por las primeras sílabas de los nombres de los dueños como “Franpe” o “Antopili”. No me gusta que llueva mientras nado en el mar, ni tampoco una peña ultra del RCD Mallorca que canta “Ooooh Mallorca cada día te quiero más” como si cantasen a sus novias. No me gustan los tipos barrigones con camisetas ceñidas y los que tienen todo el día el puro colgando de sus labios. Odio decir o escuchar “Bueno ahora vamos en serio” o “A ver si sientas la cabeza”. No soporto al que canta flamenco en el bar con un sombrero cordobés y una copita de fino a su lado al que hay que escuchar por cojones.


No me gusta la nostalgia, que me oigas y no me escuches, la manía de hablar de la edad de cada uno en las tertulias. No me gustan las mujeres mal peinadas y con caspa y los tíos que disimulan la calva fabricando un tupé con el pelo del cogote. No me gusta Raphael cantando “El Tamborilero”. No me gustan los hogares de pensionistas con gente que parece esperar a la muerte jugando al dominó, los legionarios desfilando con la cabra marcando el paso como muñequitos espasmódicos. Procuro no sentarme de espaldas a la puerta he intento no pensar en el año 2040, me da pavor.


No me gusta aburrirme, no puedo. Odio los skyjamas matapasiones de franela y me aburre la excusa que alegan ellas para ponérselos:“Porque se está muy calentita”.


No me gustan los que odian a los vegetarianos, los que se visten con chándal blanco para ir a pasear por los centros comerciales, las chicas con pendientes de aros grandes dorados gruesos y trenzados, los que dicen que “qué bien estábamos sin ordenadores”, los que dicen “Ya no tengo edad para eso o para lo otro”.


LO QUE ME GUSTARÍA QUE ME GUSTASE

Hay gente que me cae bien pero yo no soy de ellos. Y me gustaría serlo aunque fuera por poco tiempo. Hay actividades y vicios en los que no he podido entrar. Sería más afortunado si lo hiciera. Al menos temporalmente.

Es todo aquello que me gustaría que me gustase.

Me gustaría que me gustase fumar, ser torero de salón y dar pases en el comedor de mi casa, ser mi propio manager, hablar hablar hablar, la ópera, teñirme el pelo, comer tomate fresco y crudo con sal y aceite (me da repelús), beber (He tenido problemas por ser casi abstemio), ser simple, ser motero, ser un viejo rockero de larga melena gris, barriga y escuchar antiguos discos de vinilo mientras me fumo un canuto y pintar cuadros de paisajes.

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