tomas al habla

Saturday, May 09, 2009

Por una nueva ortografía

Resulta que escribimos letras diferentes que se pronuncian igual (la b y la v). Resulta que una letra se pronuncia de una manera o de otra según la letra que le siga (es el caso de la c).
Luego hay un par de letras que tienen los dos problemas anteriores (la g y la j. Se llama usted Jiménez con j o Giménez con G).
Y sigue la juerga. Existe una letra que se escribe y que no se pronuncia (la puñetera h).
Por no hablar de los acentos. Se debe ser fino para colocarlos correctamente y tener el instinto asesino preparado para saber cuando hay que destruir el diptongo. Que yo me pregunto: para que coño hay que matar el diptongo.
Y podríamos continuar.

La ortografía es el conjunto de normas que hay que saber para escribir las palabras de un idioma. No son el idioma. La ortografía se suele aprender registrando en la memoria la imagen visual de las palabras al leerlas, de manera iconsciente. Método injusto. Si algún chaval no lee demasiado o no tiene su memoria visual preparada, tarda un tiempo estúpidamente largo en escribir sin faltas, eso si lo llega a conseguir y no se tira toda la vida pareciendo un cateto.

La ortografía que se aprende hoy en las escuelas se aprende mal, como se aprende cualquier saber basado en el absurdo.
Imaginemos que la norma de tráfico para indicar una dirección prohibida dijera algo así: "Si el día es soleado y la calle es cuesta arriba, la señal es un disco rojo con una raya blanca; en cambio si llueve y la calle es cuesta abajo, la señal es un disco azul sin raya alguna; para el resto de los casos, la señal es verde con la imagen de un cordero en el centro".
¿Que ocurriría con unas normas de tráfico redactadas así? Nos lo podemos imaginar: atascos, gente parada dudando, aumento considerable del tono de los insultos, accidentes... No se puede enseñar el absurdo, no se puede.

No se puede, pero lo hacemos. Por rutina, por inercia, los maestros no claman contra la sinrazón de las normas ortográficas sino que lo hacen contra los alumnos y las alumnas que los miran y preguntan (o se preguntan) ¿Por qué?

Rutina e inercia. ¿Y no habrá también un punto de masoquismo y otro punto de sadismo? ¿Quien no ha oído a más de un colega enseñante decir aquello de: si yo lo he aprendido, ellos también pueden aprenderlo y punto? (Va siendo muy español eso de: y punto).

También he oído elucubrar a filólogos con afirmaciones que dicen que cambiar la ortografía para simplificarla es empobrecer el idioma. Craso error. Repito que la ortografía no es el idioma sino la parte del mismo de la misma manera que el reglamento del fútbol es parte del fútbol no todo él. Pero es que simplificar la ortografía no significa empobrecer el idioma sino todo lo contrario.

Una gran parte del tiempo de las clases de Primaria e incluso Secundaria lo utilizan los profesores y profesoras para corregir con un rotulador rojo y cruel las faltas de ortografía. Los alumnos y las alumnas se aburren, se mueren intentando acertar en dónde colocar la escurridiza h o en en jugar a suertes para colocar la b o la v o en buscar diptongos para matarlos.

Si la ortografía fuera más sencilla, si los chicos y chicas en un par de años aprendieran a escribir correctamente, los profesores tendrían tiempo para enseñar a usar el idioma para que el alumnado supiera expresarse mucho mejor de lo que lo hace ahora, para hacer que los chavales redacten mejor sus escritos, para aprender a colocar las comas, los puntos y comas, los puntos y demás signos en el lugar correcto, para conseguir saber manejar las palabras, retorcerlas, hacerlas suyas, amarlas.

Ahora las odian. No es que las odien, lo que odian es tener que aprender unas normas tan escurridizas como las que tenemos actualmente.

Con una nueva ortografía el idioma saldría ganando con toda seguridad.
Una nueva ortografía sería antiéstética, fea. Pero sólo al principio. Un día los italianos eliminaron la H. Así, de golpe, fuera la H. ¿Y qué pasó? No se que pasó en su momento pero ahora están encantados. Se han acostumbrado a escribir istérico en lugar de histérico o istrione en lugar de histrione y tan campantes. ¿Eso empobrece el idioma? ¿Una letra más o menos? De qué pobreza hablamos.

El problema, entre otros, es que quienes hacen las leyes son los filólogos y quienes las enseñan (o lo intentan) son los maestros. Supongo que los maestros, las maestras, los profesores, las profesoras, los alumnos, las alumnas y sus papás y mamás algún día dirán "Ya vale, ¿no?"

1 Comments:

  • At 2:53 PM, Blogger linis said…

    Tengo una entrada en mi blog llamada Evolución del Castellano que es muy divertida... Echale un vistazo...

     

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