tomas al habla

Sunday, June 28, 2009

Las asociaciones de educadores y Nereida Gallardo

Han habido quejas sobre los contenidos de los capítulos de la serie "Física o Química". Las quejas son por las escenas calientes y por como se trata el tema drogas.
Los chicos dicen que esto es lo que hay, que esto es lo que pasa en la realidad. Yo creo que hay muchas realidades. Pero sería largo hablar de ellas. Pero es curioso y aburrido que los problemas sean siempre de los mismos tabús.

También, a veces, se revisita el asunto violencia. Con un paternalismo y un manoseo que dan vergüenza. He podido leer listas de películas consideradas peligrosas en las que se incluye "Los Simpsons". ¿"Los Simpsons" peligrosa? Yo creo que algunos episodios de "Los Simpsons" podrían perfectamente formar parte del material de apoyo de muchos temas de las programaciones de algunas asignaturas y hay gente que los considera dañinos. ¿Esa gente desciende de los que en los años 50 consideraban al Rock'n Roll una musica del demonio (¡Arrepentios!)?.

Hace años se retiraron un par de anuncios por violentos. Uno de ellos mostraba a dos macarras que entraban en una casa, le robaban al dueño los tejanos objeto del anuncio y tiraban al tipo por el balcón. Una vergüenza. Pregunté a algunos alumnos y no estaban afectados en lo más mínimo. O sea, nosotros los adultos protegiendo a los chicos de algo que les parece inapreciable.

Nereida Gallardo es una ex-novia de Cristiano Ronaldo, un chaval que se dedica a jugar al fútbol de 24 años por el que se han pagado 94 millones de euros y que va a cobrar 1000 euros a la hora. No 1000 euros por hora de trabajo, no, sino 1000 euros por cada hora que pasa, aunque duerma. En realidad gana más si incluimos en sus ingresos los beneficios derivados de sus contratos de imagen.

Nereida estaba matriculada en un ciclo formativo de Diétética y Nutrición en mi instituto. Repetía curso. Se le dió de baja porque dejó de asistir a clase.
El año pasado salió fotografiada desnuda en Interviu. Después lo dejó con Cristiano. Apareció en el programa "Dónde estás corazón" contando la ruptura. Este año ha repetido con un segundo reportaje en la revista. Además de las fotos se publican unas declaraciones en las que deja ver que va a ir a por Cristiano ("Tiembla Madrid", dice).

Lo que habrá ganado Nereida por todos estos conceptos es equivalente a lo que ganaría como técnica en Dietética y Nutrición, trabajando 40 horas semanales durante muchos años.

Alguien a quien le parece normal y bien eso, por favor, que no me hable después de valores y bla, bla, bla.

Casos como los de Nereida, con un montón de variantes, los hay todos los días. Los medios de comunicación se dedican a mostrar hasta la exageración, a incentivar un tipo de vida y de sociedad en el que sus protagonistas siguen unas pautas basadas en unos valores radicalmente contrarios a los que nosotros enseñamos en nuestras escuelas. Y ganan mucha pasta por hacerlo. Los protagonistas se forran en poco tiempo haciendo algo para lo que no necesitan estudios: fotografiarse, cotillear, gritar, insultar...

Por hablar en voz alta, por gritar, por insultar ellos les pagan. Cuanto más griten, cuanto más bestias sean los insultos, más pagan. Por hacer lo mismo, nosotros, los profesores, los amonestamos, los abroncamos, los expulsamos.

No es extraño que muchos chavales cuando nos oyen hablar la utilidad de Cervantes o de la regla de tres les entre la risa.
Sale en televisión Cristiano Ronaldo regateando o rematando de cabeza o Nereida, en pelotas en una revista, y el resto de asuntos pasan a ser un coñazo.

¿Los profesores no podemos hacer nada ante todo eso? No estoy tan seguro. ¿Sólo nos escandalizan las escenas sexuales o si los protagonistas dicen tacos o hablan de drogas en las series? Las series son de ficción y Nereida, no, ella es real. Su mensaje es más venenoso.

Si alguna asociación de profesores o un sindicato saliera a dar una rueda de prensa hablando del boicot a la educación que significan estos programas o estos reportajes veríamos que pasa.
Si los movimientos de renovación pedagógica entraran en este asunto con nombres, pelos y señales de sus promotores y lo hicieran en medios masivos, no desde sus revistas especializadas, quizás algo se trastocaría.

Si alguien nos putea tan directamente, deberíamos de decirlo, ¿no?

¿Por qué no lo hacen? ¿Por qué no lo hacemos? No lo sé. A veces pienso que nuestro reino no parece ser de este mundo. Y a veces pienso que nuestro colectivo es demasiado rancio para plantear nuevas sociedades y que, en el fondo, ya le van bien las cosas como están. Ya le va bien que los ídolos se midan por la pasta que ganan.

Post Scriptum 1. Noticia.
En un safari turístico de no sé que sitio de España nació un cocodrilo blanco. No sabían que nombre ponerle. Blanquito o algo así. Decidieron hacer una encuesta entre los niños preguntándoles el nombre que ellos le pondrían al bicho. El nombre mayoritariamente preferido fue Cristiano Ronaldo. Al periodista que dio la noticia el hecho le pareció gracioso, a mí me parece triste.

Post Scriptum 2. Noticia.
Hoy es la presentación de Cristiano Ronaldo en el Santiago Bernabeu. Se prevé la asistencia de unas 80.000 personas y la acreditación de 500 medios de comunicación y muchos canales de TV la retrasmitiran en directo. Pues eso...

Friday, June 19, 2009

Me gusta, No me gusta

Me gusta cantar en la ducha mi versión punk de “I got you Under my skin” de Frank Sinatra, la interpreto en pelotas, bajo el agua y haciendo como que toco la guitarra rasgando el aire. También me gusta la versión que, de este tema, hacen a dúo el propio Franky y Bono. Me gusta como el actor Antonio Dechent hace el personaje de andaluz cabreado y dice “¡cohone!” (no “cojones”, cohone). Me gusta el pan de molde recién tostado, calentito con tomate fregado y buen aceite, el porte de Humphrey Bogart en Casablanca, la voz y la vocalización de Santiago Auserón, el verso de Jaime Gil de Biedma: “Como todos los jóvenes yo vine a llevarme la vida por delante”, cómo huele tu cuello regado con Rive Gauche de Ives Saint Laurent cuando lo muerdo dulcemente, el olor de la canela y las chaquetillas de torero.


Siento un rato de felicidad cuando voy a una exposición que hace que se me ocurran cuadros, cuando leo un libro que me hace sentir ganas de escribir, cuando escucho la canción “Feo, fuerte y Formal” de Loquillo y el tango “Volver” o la voz de somnolienta de Andres Calamaro.


Me emocioné con la película “Alta Fidelidad” porque el personaje interpretado por John Cusack creo que se parece a mí.


Me gustan las chicas un poco gordas y no demasiado guapas como Isabel Coixet, ir sólo a ver un partido de baloncesto y creerme Woody Allen en el Madison Square Garden viendo a los Nicks, la Nouvelle Cuisine pija: Poca comida servida en platos enormes para comer despacio a pequeños tragos, vestir asociaciones extrañas de ropa como una camiseta y una bufanda o un pantalón a cuadros y una americana a rayas, creer que todo el mundo es feliz, ir en mi Wolkswagen Escarabajo una soleada mañana de otoño, despacio, escuchando el último disco de los Rolling Stones, el chocolate con el 90 % de cacao, la ducha después de la sesión de gimnasio, el habla de los argentinos, Samuel Eto’o rodeado de defensas contrarios y logrando salir del acoso por donde no se puede salir, aguantar mucho tiempo con la barriga encogida, cuando te pones en plan frívolo, olvidas las manías y coincidimos en los gustos sobre ropa, el Boulevard de Saint Germain de Paris en los años 60 retratado en blanco y negro y cómo lo describe Aute en la canción “L’amour avec toi”, decirle a alguien que de mayor quiero ser Mick Jagger y me tome en serio, la gente que hace favores sin preguntar, la arquitectura minimalista y la exhuberancia de los edificios de Frank O. Gerhy, los tipos que dicen que no se van a retirar nunca, las pipas de calabaza, Andreu Buenafuente, las fotos de Ouka Leele, las de Alberto García-Alix y las de David Lachapelle, contar cualquier cosa a alguien y que me escuche, pronunciar las palabras: estadio de Stanford Bridge, cuando sales contenta de la peluquería, un masaje en el cuero cabelludo, ver a alguien pescar con caña, Homer Simpson cuando dice “Me aburro”, los intelectuales a los que les gusta el fútbol y lo dicen, aprender (lo que sea) y enseñar (cualquier parte de mis asignaturas), el pianista George Winston, hablar con las dependientas de las tiendas de muebles de diseño, las crêpes, la playa Tanga de Formentera, que me contesten los mensajes de correo electrónico, los canales y los palazzos de Venecia, todos los libros de Charles Bukowski, las chicas no muy altas (como tú), los equipos femeninos de baloncesto, las bandas de pop y de rock con chicas, la gente que duda, pasearme por el centro de Palma entre músicos callejeros, hombres estatua, titiriteros y cantantes de ópera, las chicas que se peinan como Cleopatra con el pelo muy negro y las que llevan el pelo corto, una exalumna mía que se llama Silvia que toca el bajo en un grupo de Trash-Metal y baila Flamenco, el mar en un día soleado de Invierno, los personajes de Patricia Highsmith, los cuadros luminosos y los cuadros sombríos de Edward Hopper, el tipazo de la modelo Bimba Bosé, los telediarios tranquilos, los chimpancés de peluche que tocan los platillos si les das cuerda, el tacto del terciopelo, que mi perra se deje acariciar, que seas feliz sentada al sol en la terraza, Fangoria y toda la saga musical de Alaska, las papelerías con muchas revistas, hablar de fútbol, la fotos de Robert Mappelthorpe, beber Sprite mezclado con mosto, ser muy moderno y hablar con gente muy moderna pero sencilla que se deje entender, preguntar a una argentina si es de River o de Boca, el barrio de Santa Catalina, las canciones en francés de Carla Bruni, Silvie Vartan y France Gall, Autrey Hepburn vestida por Givenchy, ver a un niño chino, otro sudamericano y otro español jugando a las chapas y hablando castellano entre ellos, como corre Sara Jessica Parker sobre los tacones de aguja de sus Manolos en “Sexo en Nueva York”, el sándwich de pan de molde levemente tostado, con queso untado, unas hojas de lechuga y salmón ahumado que nos tomamos los domingos de verano a mediodía en la playa justo después de salir del agua, hacer sesiones de fotos a mi hija y decirle que es mi musa, Marilyn Marilyn Marilyn, las casas con todas las paredes blancas y los lofts, los Wolkswagen escarabajo vintage y los Ford Mustang, y nada como un chocolate a la taza humeante con una caliente y elástica ensaimada mallorquina, me gusta tomarlo hasta en verano.


Pero a cada paso me repelen cosas, quizá demasiadas. No me gusta cuando me pongo nervioso en una conversación, no me gustan los calcetines estirados metidos en unas sandalias de un tipo en pantalón corto, un Papa Noel que calce deportivas, los días bochornosos de cielo encapotado y negro a punto de llover pero que no llueve, la gente que cree que reír es una estupidez, las aceiteras pringosas de los restaurantes baratos, los llaveros de propaganda que sobresalen de los bolsillos.

No me gusta esperar a alguien o que me esperen, la gente que sólo es positiva hablando del pasado, ver a un policía echando a un músico callejero de su parada, la gente que, hable de lo que hable, concluye diciendo que todo es una mierda y que la culpa de ello la tienen los políticos que todos son iguales.

Me deprime David Bisbal dando vueltas alrededor de si mismo en el escenario, cualquiera que le guste la venganza, me aburren los tipos que cuentan chistes sin que nadie se lo pida y no me gusta que los alumnos no me escuchen porque prefieren mirar la pantalla del ordenador, las tómbolas benéficas con cantantes y toreros recibiendo limosnas por teléfono, los cuadros decorativos de cervatillos, los villancicos y el turrón duro. No me gusta Isabel Pantoja en traje de faralaes y con gafas de sol, el bacalao en salazón, el plato de boquerones en vinagre en las vitrinas grasientas de algunos bares. No puedo con los camareros que huelen a sudor. Me parecen primitivos los nombres de comercios compuestos por las primeras sílabas de los nombres de los dueños como “Franpe” o “Antopili”. No me gusta que llueva mientras nado en el mar, ni tampoco una peña ultra del RCD Mallorca que canta “Ooooh Mallorca cada día te quiero más” como si cantasen a sus novias. No me gustan los tipos barrigones con camisetas ceñidas y los que tienen todo el día el puro colgando de sus labios. Odio decir o escuchar “Bueno ahora vamos en serio” o “A ver si sientas la cabeza”. No soporto al que canta flamenco en el bar con un sombrero cordobés y una copita de fino a su lado al que hay que escuchar por cojones.


No me gusta la nostalgia, que me oigas y no me escuches, la manía de hablar de la edad de cada uno en las tertulias. No me gustan las mujeres mal peinadas y con caspa y los tíos que disimulan la calva fabricando un tupé con el pelo del cogote. No me gusta Raphael cantando “El Tamborilero”. No me gustan los hogares de pensionistas con gente que parece esperar a la muerte jugando al dominó, los legionarios desfilando con la cabra marcando el paso como muñequitos espasmódicos. Procuro no sentarme de espaldas a la puerta he intento no pensar en el año 2040, me da pavor.


No me gusta aburrirme, no puedo. Odio los skyjamas matapasiones de franela y me aburre la excusa que alegan ellas para ponérselos:“Porque se está muy calentita”.


No me gustan los que odian a los vegetarianos, los que se visten con chándal blanco para ir a pasear por los centros comerciales, las chicas con pendientes de aros grandes dorados gruesos y trenzados, los que dicen que “qué bien estábamos sin ordenadores”, los que dicen “Ya no tengo edad para eso o para lo otro”.


LO QUE ME GUSTARÍA QUE ME GUSTASE

Hay gente que me cae bien pero yo no soy de ellos. Y me gustaría serlo aunque fuera por poco tiempo. Hay actividades y vicios en los que no he podido entrar. Sería más afortunado si lo hiciera. Al menos temporalmente.

Es todo aquello que me gustaría que me gustase.

Me gustaría que me gustase fumar, ser torero de salón y dar pases en el comedor de mi casa, ser mi propio manager, hablar hablar hablar, la ópera, teñirme el pelo, comer tomate fresco y crudo con sal y aceite (me da repelús), beber (He tenido problemas por ser casi abstemio), ser simple, ser motero, ser un viejo rockero de larga melena gris, barriga y escuchar antiguos discos de vinilo mientras me fumo un canuto y pintar cuadros de paisajes.

Sunday, June 07, 2009

Cooper

Cooper es el proyecto en solitario de Alejandro Díez Garín, un guitarrista y cantante un poco feo de León que nació en 1967. Ha acabado por entrar en el mundo de mis adicciones por su pop en estado puro: melodía inmensa, guitarras y actitud risueña.

Alejandro Cooper formó en 1986 Los Flechazos. Eran el grupo de referencia de los mods españoles. Los mods. Chavales londinenses altos y delgados que surgieron como movimiento en mitad de los 60. Gente aseada y pulcra, optimista, pequeño-burguesa, cuya identidad músical no está clara es un mix de muchas cosas. Cuando alguien oye algún grupo mod los etiqueta, sin problemas, de pop y pasa a otra cosa.
Los mods son parkas, flequillos hasta las cejas (ellos), medias melenas lisas con puntas hacia dentro (ellas), vespas, lambrettas, Small Faces, the Who, Quadrophenia, Brighton, Chelsea, patillas de pelo, densidad guitarrera, letras de linea clara, pequeños mundos de ilusiones, melodías que dejan huella, pantalones a cuadros, cuellos cisne, la diana como símbolo, ser siempre fan aunque seas más famoso que tus ídolos, mezclar tendencias, the Jam, las Chelsea Boots, Carnaby Street, ser delgado, el pop-art. En fin.
Alejandro formó Los Flechazos después de que lo echaran de Opera Prima, su anterior grupo; se hartaron de tanto viaje a Londres de tanta obsesión con lo mod. Lo hizo con su novia, Elena Iglesias, una chica reservada y mod hasta el tuétano y con cinco años de piano. Elena tocaba el órgano Hammond aunque comenzó con un Farfisa.
Los Flechazos sonaban a de todo. Tenían canciones repletas de música de multitud de orígenes: Soul, rock, por supuesto, mod, y muchísimo pop retro-moderno y travieso... Con versiones de temas de sus ídolos como de The Beatles y hasta una instrumental, del gran éxito de The Supremes, "Stop in the name of love".
Facturaron nueve discos y se disolvieron en el 96.

Alejandro no para quieto. Hizo la carrera de Filología inglesa (no podía ser otra) y montó con Elena una tienda de discos y ropa en León llamada Chelsea. Todo su mundo metido en un local para que la gente lo viera, lo compartiera y, mejor si lo comprara. Muy divertido y, como todo lo divertido, una ruina económica, Alejandro se quedaba con muchos de los discos en lugar de exponerlos en la tienda.
Montaron el festival "Purple Weekend", también en León. Un festival en el que actúan grupos de su onda y de sus sueños.

Y llegó Cooper en 2000, la nueva banda de Alejandro Díez. En ella ya no hay órgano. Su sonido es guitarrero sin piedad. Cooper tiene el mismo espíritu de los Flechazos, pero ahora las canciones suenan mas contundentes sin la suavidad del Hammond de Elena. Con dos guitarras en simbiosis perfecta: la de Mario Álvarez y la del propio Alejandro. Siguen con las versiones y la pinta de Alejandro Díez es la misma, con su pelucón y sus patillas de pelo. Aunque ahora el pelo es gris.
Lo del nombre de Cooper tiene varias justificaciones. Como es el proyecto personal de Alejandro, eso remite a la película "Solo ante el peligro" protagonizada por Gary Cooper. Alejandro dice que también puede venir de Jimmy Cooper, personaje principal de "Quadrophenia" o de Michael Cooper, un fotógrafo ídolo suyo de los años sesenta. Y por supuesto por el mini Cooper, unos de sus coches favoritos. Yo me quedo con la versión "Solo ante el peligro".

Un sábado de 2001 actuaron en la 2ª Feria del disco de Palma de Mallorca. En el escenario, Cooper mostraban las canciones de su primer disco, Fonorama. Me gustaban Mucha guitarra, pensé, los Flechazos están, a la vez, presentes y lejanos. Alejandro estaba como siempre y Mario parecía un zangolotino que toca la quitarra como quien masca chicle. Elena Iglesias estaba entre el público, cerca de mí, tarareando todas las canciones. Los temas eran distintos a otras épocas pero lo demás seguía presente. Y en eso sonó una versión de "No matter what" de Badfinger. Casi me caigo de espaldas. Verídico. Esta canción la cantaba y bailaba, en mi adolescencia, en las verbenas de mi barrio, una y otra vez sin saber de quien era ni cómo se titulaba. La de veces que toqué la guitarra de aire con ella. Desde entonces me convertí en una especie de Coopermaníaco.

Más tarde, ya en 2009, Cooper volvieron a la Feria del Disco de Palma, en el Palma Arena. Me imagino que Alejandro y Elena se han separado porque les acompañaba una chica, que luego pasó a estar entre el público, que no era Elena pero se le parecía. O sea que Alejandro ha cambiado de chioca pero no de tipo de chica. Escuché los nuevos temas por primera vez y los pelos se me pusieron de punta.

Si se escuchan las canciones de Cooper muchas veces se va entrando en un mundo de energía y de optimismo pop, de amor, de historias de amor que nos pueden suceder a cualquiera en cualquier momento, de guitarras que emocionan y que envuelven. Alejandro Díez y Mario Álvarez ya tienen un oficio, suenan como lo harían los Beatles y los Jam y los Brincos juntos en un sólo grupo.

Cooper van publicando discos a medida que van componiendo canciones. Sacan EP'S al viejo estilo. De esta manera no les hace falta mucho tiempo para contactar con su público como sucedería si trabajasen con LP'S.
Los LP'S que sacan son recopilatorios. El último se llama Aeropuerto.

Sólo un problema: el vestuario. Alejandro, por Dios, un tipo con tu historia no puede presentarse en un escenario con sudadera y vaqueros, joder.

Podría citar muchas canciones y no pararía. La última tiene muchos puntos que me atraen. Se titula "Hyde Park", el famoso parque londinense que nos retrotrae a otra época, a todas las épocas, a todas las melancolías inolvidables.
Me gustaría estar siempre cantándola. Aquí está:


Y aquí una canción de los Flechazos "A toda velocidad". Las Vespas y los mods y el grupo en su salsa.