tomas al habla

Thursday, April 30, 2009

El anuncio del stripper

La compañía telefónica MASMOVIL ha puesto en circulación un spot televisivo en la que un stripper monta su número y cuando se quita los calzoncillos las chicas espectadoras se ríen de él porque la tiene pequeña.

En España hemos visto la versión censurada. La versión sin cortar mostraba un plano frontal de la pequeña minga del chico.

Han habido quejas. Las que yo he leído hablan todas en el mismo sentido. La aburrida y politicamente correcta alusión a que este anuncio (censurado) no debería emitirse en horario infantil por sus connotaciones sexuales. ¿Es que los niños no saben lo que es una cola?

Pero, ¿qué pasa con los adultos? ¿Nos vamos a reír de alguien que la tiene corta?. Miles de hombres la tienen pequeña. Han sufrido y sufren con los chascarrillos machistas de mucha gente. ¿Por qué esta licencia para reírse de ellos y de su problema? Si podemos reírnos de ellos nos podemos reir de los cojos, de los tartamudos, de los gangosos, de los mancos, de los impotentes...de los distintos. Y podemos continuar con los negros, los judios etc. ¿Da o no da miedo? ¿No habría que explicarles eso a los niños?

Más de treinta años de democracia y algunos de transición para que venga ahora un tontaina que dice que es creativo publicitario a vestir de modernos unas costumbres y chistes de los tiempos del cuplé o antes. Soy tío y me cabreo. Si fuera mujer, me cabrearía y me avergonzaría.

Nadie habla de este problema, del problema de que los maleducados, los cabrones, si tienen medios, pueden insultarnos a todos ridiculizando tal o cual característica física.

Y luego la segunda parte del asunto. ¿Alguien concibe un anuncio con una manada de tíos riéndose de una mujer que tuviera las tetas pequeñas? Yo no. Y no lo concibo porque, no es que hubiera sido censurado, es que directamente no se hubiera permitido su emisión en ninguna de las versiones, censurada o no. Me juego el cuello.




Wednesday, April 29, 2009

La energia nuclear ¿Hace falta?

No, no voy a discutir sobre la seguridad o inseguridad de la energia nuclear. Es lo que se hace siempre; es aburrido y a mí me faltan datos. Hay tantos (datos) que es imposible cotejarlos todos y suele suceder, por eso, que cada uno se queda con la parte que le interesa. Luego, en los debates se escenifican los diálogos de sordos de siempre.

De lo que me gustaría hablar es de la necesidad de la energia nuclear, de estas supercentrales con esas chimeneas que parecen los ogros de las películas de buenos y malos.
El otro día escuché en la radio que en Lanzarote se ha llevado cabo un estudio-mapa de las horas de sol que caen sobre la isla. Terraza por terraza. Se han estudiado las horas de sol y su intensidad para poder deducir la energia que esas horas de sol proporcionarían. Resulta que, el sol de Lanzarote podría ser capaz de producir setecientos y pico de megavatios cuando el consumo total de la isla es algo más de doscientos. Es decir, el sol, convenientemente aprovechado, da para cubrir más del triple de las necesidades energéticas de la isla.
A eso podríamos sumar la energía eólica. En Lanzarote sopla un viento pertinaz. Hay muchos molinos generadores de energía plantados en sus montañas que giran enloquecidos a todas horas.
Y las olas. Al igual que se ha confeccionado un mapa de sol, está en marcha el estudio de un mapa de olas. Se mide lo fuertes que son las olas del mar en las costas y mar adentro para, posteriormente crear artefactos que guarden la energía que se pueda extraer de ellas.

¿Por qué bastarían esas energías para que Lanzarote funcionara como lo hace ahora? Pues porque allí se sigue un sistema de vida sostenible. Cualquiera que haya visitado Lanzarote lo ha podido comprobar. Sólo hay unos pocos rincones de turismo sobreexplotado. El resto es sencillo, razonablemente habitado, razonablemente consumidor, bello, lento. En Lanzarote no hay edificios insensatos, abundan las casas bajas y blancas de estructura tradicional. Por no haber no hay ni siquiera carteles altos de publicidad en las carreteras. Y, como las montañas no son altas, las vistas son extensas, despejadas. Cesar Manrique, el añorado artista total, propició este modelo de vida y las autoridades le hicieron caso. Se miran con lupa las nuevas urbanizaciones y el ritmo de crecimiento para no pasarse.
Y viven bien. No son muy ricos ni tampoco pobres. Los lanzaroteños no quieren cambiar, no quieren ser Benidorm.

Porque ahí reside el problema. Las urbanizaciones de la costa mediterránea, las de Mallorca, las de Ibiza, las de la costa valenciana han depredado el terreno. Propician un modelo de vida irracional. Necesitan unas cantidades de energía desorbitadas para mantener sus hoteles, esos monstruos que se levantan cerca de las playas o que atiborran las montañas. Venga gastar recursos, venga consumir agua, no pasa nada. Si pasa, claro que pasa.

Para mantener tinglados así. Para mantener ese estilo de sociedad hacen falta fuentes de energía proporcionales tipo energía nuclear. No es raro que muchos de los que defienden que la felicidad viene después de construir mucho, consumir mucho, etc. defiendan la energía nuclear y se rían de los paneles solares y de los molinos de viento (no digamos de las olas). Profesan su fe en otro modelo de vida, no conciben la escala sencilla de las cosas, o no quieren concebirlo, o les asusta concebirlo. Ésa, creo yo que es la cuestión. No tanto el de si la energía nuclear es o no segura o insegura.

Con un buen número centrales nucleares desparramadas por todo el territorio nacional no hay crisis del modelo actual, si acaso, las crisis son de los ciudadanos, pero ese es otro tema (que normalmente deben resolver otros).

Para acabar, mi corolario. La energía nuclear puede estar bien o mal. Puede dar miedo a unos y no darlo a otros. Pero si estudiamos bien el panorama presente y futuro con todo el cariño y la lógica posibles quizá lleguemos a la conclusión de que no hace falta. Quien la defiende, quien cree que el futuro es nuclear muchas veces no habla de modelo energético sino de modelo de sociedad, del suyo, claro.

Thursday, April 23, 2009

Control

Ian Curtis me daba miedo. La música de Joy Division era demasiado siniestra, no podía con ella, la escuchaba acojonado y la quitaba casi enseguida. Joy Division es el nombre que tenían los burdeles de los campos de concentración nazis. Por esta razón los tomé por eso, por nazis. Ahora que lo pìenso, lo de su presunto nazismo podría ser una excusa que me inventé para no tener que escuchar esa voz tan desgarrada, ese grito tan hondo que no sé de dónde sacaba Ian Cutis. En realidad era un tipo muy desgraciado. Pobre Ian, su muerte no tuvo nada que ver con las de los rockeros insignes y militantes del Sex and drugs and Rock'roll. No. Ian se limitó a perderse más y más en un agujero.

Hace poco se ha estrenado CONTROL, una película que relata la vida de Ian Curtis y la de Joy Division basada en el libro Touching from a Distance que escribió su viuda Deborah. El actor se le parece un huevo. Es el modelo Sam Riley. Aunque hay quien opina que el original era más guapo que el actor. Yo no sé apreciar demasiado lo de la belleza pero sí que el tipo actúa muy bien. No sólo da el tipo, sino que ha sabido amargarse, imitar los movimientos espasmódicos de Curtis y poner esa cara de post-adolescente enfadado que Ian mostró toda su poca vida.

Sin quererlo o queriendo, Joy Division iniciaron un sonido, iniciaron hasta una actitud que mezclaba la automarginacion, el odio, la timidez... Y eso lo hacían cuatro chavales de barrio, cuatro tipos de Manchester sin, en principio, intención de cambiar la historia. Pero si que cambiaron una zona de la música: dieron lugar al afterpunk o post-punk. Los militantes de estos estilos eran más locos que Joy Division, tenían mejor humor, sabían como frecuentar varias novias por cabeza si hacía falta, se creían guapos.
Como me suele suceder, a mí me gustaron más los discípulos de Joy Division que los propios Joy Division. Estaba encantado con Gabinete Caligari, con La Decima Víctima con Parálisis Permanente, con Los Seres Vacíos, con Depeche Mode (entonces, ahora no). Todos ellos mezclaban esas canciones severas con otras estéticas. Y así se metieron en pantalones estrechos llenos de cremalleras o se pusieron abrigos del abuelo o se chorreaban con litros de laca para aguantar enhiestos sus penachos en todo lo alto de sus cabezas. Siniestros y contentos.

Ian Curtis enfermó de epilepsia y el médico le dijo que iría probando medicinas hasta acertar con alguna. Eso sí: nada de beber ni trasnochar. Justo lo contrario de lo que se puede esperar de un músico de rock. Ian no hizo caso del médico. En el escenario se movía de tal manera que parecía tener un ataque mientras cantaba.

Conoció a una periodista musical, Annik Honoré, y ahí se agravaron algunos problemas. La quería con pasión y la conciencia le dolía por el daño que le hacía a su legítima Debbie, con la que se había casado a los dieciocho y con la que tenía una hija. Le devoraba la pasión por Annik y le devoraba la tortura que esa pasión le ocasionaba. Y seguía bebiendo, seguía fumando y seguía trasnochando, y seguía teniendo ataques epilépticos.

Una noche, en su casa, la misma casa modesta de su barrio de siempre, mientras su mujer estaba fuera, ató una cuerda a una viga y se colgó. Jim Morrison o John Belushi hubieran reaccionado de una manera muy distinta o no hubiera reaccionado de ninguna manera. Pero Ian Curtis era, en el fondo, un chaval normal cargado de complejos, era un ex-funcionario del gobierno y no supo encontrar otro camino.

Aquí acaba la película.
Los tres supervivientes de Joy Division se convirtieron en New Order, otro nombre facha. Aún existen, están un poco blandengues y se tiñen pero se conservan bien. Facturan un pop electrónico muy decente

La peli la ha dirigido Anton Corbijn, que es fotógrafo y se nota. La ha rodado en blanco y negro y los encuadres son de esteta. La crítica ha dicho que Control es una obra maestra. No hay para tanto, creo; el guión es un tanto lineal, pero si que te quedas contento de verla.

Aquí teneis a Joy Division con el verdadero Ian Curtis al frente:



Y aquí un trozo de la película con Sam Riley en el papel de Ian Curtis

Saturday, April 18, 2009

Gobiernos que miran

Hace unos años Rodrigo Rato era Ministro de Economía del Gobierno del PP. Los tomates subieron escandalosamente su precio. Alguien le preguntó al respecto y el reconoció que, en efecto el porcentaje de aumento del precio de los tomates rondaba el 25%. Lo dijo en el mismo tono plano que hubiera usado para decir que qué frio hace. El periodista le preguntó si pensaba hacer algo para paliar la situación y Rato contestó casi ofendido que por supuesto que no, que en una economía libre de mercado no era tolerable ni lógico "como usted comprenderá" que los gobiernos intervengamos en los precios. Era una manera de decir que pensaba quedarse mirando a ver que pasaba.

El año pasado los precios de los productos básicos agrícolas experimentaron porcentajes de subida escandalosos, muy por encima de la subida del IPC, debido al auge del Bio-Diesel y a que los chinos y los indios empezaron a tener más pasta, a comer más y mejor y aumentaron la demanda. El presidente del gobierno José Luis R. Zapatero, hablando del asunto, dijo que el asunto era un asunto, un problema de la economía globalizada ante el que el gobierno no podía hacer nada. O sea que se dedicaría a contemplar el espectáculo.

Los agricultores que viven de cosechar y vender plátanos denunciaron hace poco que mientras ellos recibían unos 25 céntimos por kilo de plátanos, este mismo kilo de plátanos se vendía a más de 1 euro en el mercado al consumidor final. El gobierno mira y dice que sí, que es un problema de intermediarios y que no puede hacer nada. Rajoy, en un programa de televisión, fue interpelado sobre esta cuestión y vino a contestar al preguntador que si los agricultores quieren evitar esa disparate que formen cooperativas, que espabilen. ¿Qué espabilen? ¿Que los agricultores que se dedican a trabajar la tierra espabilen? Espabila tú, coño, e impide esos abusos, que para eso te pagan, que para eso quieres ser presidente.
Lo que quiso decir don Mariano es que el seguiría mirando y a otra cosa.

¿Pretenden resolver los problemas mirando?
No. Yo creo que la sociedad les va bien tal como está y ni siquiera piensan que todo lo que se ha dicho sean problemas. Todo lo más son factores, datos que van y vienen en la economía global. Usted no es moderno, Tomàs.